
La naturaleza de la poesía resguarda un misterio. Muchas teorías, críticas e hipótesis confluyen en este tema, para poder revelar su verdadero significado. Mucho se ha dicho, la comunicación afectiva, comunicar lo incomunicable. Pero ¿qué de la mágica cualidad de condensar la historia, de condensar el universo entero, la naturaleza humana en unos versos? Sí, esa cualidad parecería irreal, metafísica, pero es un hecho presente en la lectura.
Por lo tanto, la literatura es un referente común para todos los hombres. La buena poesía es el lugar de encuentro entre todos los seres humanos. En esas palabras, que transmiten contenidos esenciales de nuestra naturaleza, todos los seres humanos hallamos un lugar común, sin importar la época que vivamos, la nacionalidad, etc. La poesía tiene el don de desnudarnos de las prendas impuestas por las costumbres, por la historia y mostrarnos lo esencial: la naturaleza de seres humanos.
La literatura es el testimonio del hombre. Sólo recorriendo los textos a lo largo de la historia podremos vivir toda la conciencia humana. Más aún si nos referimos a los clásicos, la literatura griega y latina. Éstas son los primeros testimonios de la literatura de occidente, por lo tanto, son los inicios de la reflexión acerca de la humanidad. Sin lugar a dudas los poemas homéricos son la primera luz del itinerario de los hombres, y sorprendentemente, su influencia no ha cesado hasta el siglo XXI. Estos versos son un referente ineludible al momento de abordar la naturaleza de lo humano, esos versos, desnudan a cualquiera y revelan lo más profundo y esencial de los hombres.
Las implicaciones de los poemas homéricos en la cultura han sido y son rotundos. Hasta el día de hoy es un referente más que válido para revisar y reparar en los más altos valores humanísticos. Son piezas poéticas vivas que nos remiten a la existencia total del ser humano. Sería imposible comprendernos dentro del género humano sin haber leído los poemas homéricos.
Como se notará menciono constantemente los poemas homéricos, y no hago la separación obvia de la Ilíada y la Odisea, ya que ambas se forman una dueto llamados los poemas homéricos. Veremos cómo cada uno de estos poemas épicos guardan sus características específicas, que lo hacen que cada uno de los dos sea absolutamente peculiar, pero también los dos constituyen esa semilla de los hombres, ese lugar que debemos visitar por medio de la lectura para amar y conocer lo humano.
La verdadera magnitud de la expresión “lo humano” solo puede ser comprendida dentro del propio contexto de los poemas homéricos, en éstas piezas es en donde lo humano cobra sentido como término y como objeto de reflexión. Ningún aspecto de nuestra naturaleza queda sin ser tratado y analizado en estas composiciones clásicas. El ser humano es acogido en su totalidad. Esto hace de los poemas homéricos un texto fundacional.
La primera gran dimensión se refiere a la relación de los hombre con lo divino, su relación con los dioses. A lo largo de los poemas homéricos nos encontramos a los seres humanos expuestos frente a fuerzas supremas, es el sometimiento del hombre en el designio de los dioses. Se muestra a ese ser humano supeditado a la voluntad de los dioses, sin embargo, siempre los hombres tienen el poder de elegir sobre sus acciones. Cuando un dios olímpico castiga, es en reacción de un error de los hombres: la némesis. En los poemas homéricos vemos claramente la cólera de algunos dioses, pero de igual manera podemos reflexionar sobre las causas de esas cóleras. La Ilíada inicia precisamente con la cólera Febo Apolo, la cual es causa de la Hybris de Agamenón al haberse negado a devolver a Criseida, hija de Crises, sacerdote de Apolo. Todas las acciones de los olímpicos tienen su propia lógica de ser. Podría parecer que sólo responden a sus caprichos, pero dentro de los poemas o en otras fuentes de la cultura helénica podemos encontrar el por qué de cada cólera, de cada castigo. Sin duda, esto es un testimonio de la cualidad textos forjadores y formadores de humanidad, además de la reflexividad que tienen los poemas homéricos y hacen que el ser humano medite sobre sus defectos, y más que todo sobre sus errores.
Por más que sufra Odiseo no debemos olvidar que en las Hybris que ha incurrido. Primero, como parte del ciclo de poemas “Nostoi”, Odiseo paga por la crueldad mostrada por los aqueos al conquistar Troya, desde haber arrogado a Astianacte de una torre, hasta haber proclamado con muchas soberbia su nombre después de haber cegado a Polifemo, hijo de Poseidón. Como vemos los dos poemas épicos crean una lógica de acontecimientos, que se comprenden en conjunto.
La Ilíada corresponde al ciclo troyano, en compañía de otros poemas, de los que solo nos quedan testimonios en segundo grado. Mientras que la Odisea forma parte de los Nostoi, el regreso de Troya, estos ciclos de poemas se complementan y crean todo un relato con su propia estructura.
La totalidad de los poemas homéricos salvados hasta la actualidad hablan de la fuerza con que abarcan la existencia de aquellos héroes, además tienen el mérito de proyectarse en la historia como un lugar al cual volver en el ámbito de la formación humana. El heroísmo es un motivo que también cruza por las dos composiciones poéticas, pero con diferencias tanto en la Ilíada como en la Odisea. La Ilíada es una canto supremo a la areté guerrera, definida por Jaeger como: “La palabra virtud en su acepción no atenuada por el uso puramente moral, [sino] como expresión del más alto ideal caballeresco unido a una conducta cortesana y selecta” Por lo tanto, es una exaltación del ser humano guerrero, del hombre que lucha por ser recordado en la historia, que busca trascender al olvido. Estos héroes son vitales para la formación del ser humano, nos muestra el punto cumbre al que pueden llegar los hombres, tanto física como espiritualmente. El gran héroe de la Ilíada es Pelida Aquiles, él representa la más alta virtud de los hombres, ya que en él se concentran las destrezas en el campo de batalla, y de igual manera el poder sobre la palabra, es el héroe más equilibrado y el temor de todos los troyanos. A pesar de esto, el poeta nos muestra a este personaje como un dios (que en parte lo es), Homero nunca olvida retratar al héroe como un ser humano. Se presenta a un Aquiles deshonrado, al haberle arrebatado su esclava, Briseida; sufriente, al enterarse de la muerte de su leal amigo Patroclo y compa deciente, al llorar junto a su enemigo, Príamo. El aspecto más profundo de lo humano nunca escapa de las palabras del compositor.
En la Odisea aparece un héroe en el completo dolor y que además se enfrenta a duros retos que sin duda lo harán conocer y volverse un verdadero sabio. Odiseo, que ingenió el caballo de Troya, se somete a los más rigurosos castigos de los hombres, vemos a un héroe que se somete a una lista de dolores insoportables, de una nostalgia por su tierra que no tendrá más remedio que el regreso. Odiseo es el ser humano expuesto a la infinitud de dolores que depara la vida, y lo más grandioso es que él escoge el dolor, la vida consciente. Homero presenta al dolor como una condición humana que debemos soportar con paciencia. Odiseo es el héroe más humano, ya que su elección de vida es ser un hombre, y soportar todo con tal de volver a su patria, su origen, su hogar.
Cada poema homérico tiene sus particularidades, mas la combinación de ambos nos muestra la magnitud de la palabra humano. Cada uno es una unidad distinta de lectura, es decir, que son completamente distintos, pero ambos forman un texto base para la compresión de lo humano, además de ser una obra arte total. En mi opinión si es que Homero fue o no el compositor de los dos poemas no tiene tanta importancia, sino la existencia de una obra monumental que será un testimonio eterno de los valores, costumbres y tradiciones de la cultura Griega en la época micénica. Como ya lo afirmó Werner Jaeger en Paideia: los ideales de la cultura griega:
El problema fundamental consiste actualmente en saber si debemos limitarnos a considerar la Ilíada y la Odisea como un todo y resignarnos a dejar el problema sin solución, o si debemos realizar el esfuerzo de distinguir hipotéticamente, dentro de la epopeya, capas correspondientes a edades y caracteres distintos
La Ilíada ha sido influencia para todo posterior relato épico, y de guerra. En la actualidad, donde en las carteleras cinematográficas predominan las películas de ciencia ficción, no podríamos concebir la descripción de un campo de batalla, sin los versos preexistentes en donde aqueos y troyanos luchaban por la hermosa Helena -claro que los largometrajes de ciencia ficción no siempre guardan ese constante rasgo humanístico que el compositor imprimió en sus poemas- Ya sean batallas descarnadas, imágenes muy duras de la muerte, siempre está el halo de lo humano flotando sobre los personajes, ninguna acción es inexplicable fuera de la lógica de los ideales de la cultura griega.
En la Ilíada se retrata a la sociedad griega en guerra, es decir, que se describe a los héroes y a los ciudadanos en el campo de batalla, lejos de sus hogares, lejos de sus mujeres. También es un poema donde el papel principal se lo llevan los hombres -sin referirme a las deidades femeninas, que su actuar es de vital importancia- Mientras que la Odisea es el cuadro perfecto de la vida doméstica en la Hélade. La Odisea es un perpetuo canto al interior, a la vida privada. En la batalla por Troya se ve la dimensión social del ser humano, ya que los héroes están dentro de un colectivo luchando por el reconocimiento de sus pares; en la Odisea se plantean los problemas domésticos, como los pretendientes en el palacio de Odisea, y de igual manera se presenta al individuo con sus problemas personales. Odisea se separó de los otros caudillos al regresar de Troya, para vivir su propia historia, en su intimidad. El hijo de Laertes vive sus propias guerras y batallas en su viaje, es esa clase de conflictos los que hacen una mención especial en la Odisea.
De la gran novela rusa Guerra y paz de Lev Tolstói se decía que era un retrato perfecto de Rusia. Esta novela realista estructurada a manera de contrapunto entre las guerras napoleónicas y los conflictos personajes fuera de la guerra. Esta obra cumbre de la literatura rusa es caracterizada como una descripción total, a igual manera que los poemas homéricos. Estos son una obra total, que profundiza en lo humano, con esa característica de esencialidad.
Tras 29 siglos de su composición los poemas homéricos son el primer vínculo que puede y debe tener el hombre moderno con su origen. Si bien toda la literatura ha hablado sobre lo humano, hasta convertirse en el testimonio del hombre a través de la historia, los poemas homéricos guardan ese misterio de ser lo primero, lo primigenio; ese misterio de ser lo que ha llegado a nuestros días; ese misterio de ver héroes tan alejados a nosotros en el tiempo, pero tan cercanos en el espíritu, en el dolor. Odisea frente al ponto en la isla Ogigia sumido en su nostalgia es una escena a la que todos podemos recurrir e identificarnos. Ese Odiseo que escogió una existencia humana, a pesar del dolor. Estos poemas tienen ese secreto de la poesía, que en un momento determinado en unos cuantos versos, se condensa toda la existencia, toda la preocupación del ser humano por la vida. Cuando Odiseo intenta abrazar a su madre Anticlea y ésta se desvanece, ese momento del canto descensos ad infernos, es un resumen de la pérdida irreparable que es cuando alguien ha muerto y el abrazo es una quimera irrealizable en esta vida.
Así sea nuestra primera lectura de los poemas homéricos siempre es un volver al ellos. El viajante nostálgico y buscador de conocimiento, el héroe llorando frente a lo inexorable del ponto, el gran guerrero en busca de trascender al olvido, son imágenes ya establecidas en los hombres. La cólera de Aquiles o el nostos de Odiseo reviven lo que ya está adentro - y por supuesto despiertan la reflexión-, imágenes ya labradas en nuestra humanidad, que solamente necesitan ser despertadas, removidas.
La cuestión homérica, el debate entre los analíticos y los unitarios, sirven como una precisión histórica. Lo cierto es que los dos poemas son uno solo, y son un libro base del hombre, ya que recoge lo primario, lo esencial, lo puro, lo innato y lo totaliza, en una lectura podemos desvelar la naturaleza del hombre. Los habitantes de este mundo posmoderno podemos reconocernos en esos personajes casi con amor filial, padecemos con ellos y de los mismos pesares que ellos, después de 29 siglos. No podríamos concebir al ser humano sin el lecho de los poemas homéricos. Sólo con la extinción del hombre estos podrán ser olvidados.
Bibliografía:
• Boitani, Piero, La sombra de Ulises, Barcelona, Ediciones Península, 2001.
• Homero, Ilíada, Madrid, Mestas Ediciones, 2004.
• Homero, Odisea, Madrid, Cátedra, 2004.
• Jaeger, Werner, Paideia: los ideales de la cultura griega, México, Fondo de Cultura Económica, 1987.
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