martes, 16 de diciembre de 2008

Evohé, el espacio poético clásico


Los clásicos de la antigua Grecia son los hipotextos por excelencia. Toda expresión artística tiene al ser humano como su foco de interés, por lo tanto, todo se remite a esos primeros textos fundadores del testimonio de los hombres. Los poemas homéricos, los hesiódicos, las tragedias que han llegado hasta nosotros, las comedias, y los poemas líricos son el germen de la conciencia del ser humano. Al igual que la niñez en un individuo, los clásicos de la antigüedad son esos destellos de memoria a la que siempre regresamos para encontrarnos como sujetos. En la posmodernidad no debemos perder de vista esos momentos en dónde los hombres descubrimos que éramos capaces de alcanzar la virtud, que nuestra humanidad no era una solamente una condición fisiológica, sino que también la humanidad se la aprendía, se la buscaba, se la formaba.
Podemos decir que la literatura en estos 2800 años ha hablado de lo mismo, es decir, de los motivos que se desprenden de los clásicos; sin embargo, esta aseveración sería ante todo muy simplista y generalizadora. La literatura siempre ha trabajado sobre los mismo temas, los que conciernen al ser humano, pero lo grandioso de este arte a sido que esas mismas ideas son reinterpretadas y resignificadas desde la visión de cada autor, y sobre todo de cada época. Toda la literatura de la cultura occidental ha tenido como referente a los clásicos, ya que estos son un ejemplo de buena literatura en todos los aspectos, desde su estética, hasta la complejidad estructural, desde la profundidad de sus personajes hasta la profundidad filosófica de sus argumentos. Las literaturas de todas las lenguas han tenido sus principales amantes de lo clásico, y en cada país ha habido gente que se ha apasionado por lo clásico, y han construido su producción artística sobre este referente ineludible del hombre culto, y del hombre más sencillo, todos se encuentran en los clásicos.
En la literatura ecuatoriana encontramos la influencia de los clásicos desde la ascendencia hispánica. Desde los tiempos de la colonia la educación que impartía la iglesia incluía la enseñanza de griego y latín. Ya en el siglo XX, el Ecuador tuvo un gran estudioso de lo clásico, ese fue el padre Aurelio Espinosa Pólit, quien tradujo varios textos. De los escritores contemporáneos destacan los cuentos de Jorge Dávila Vásquez, quien tiene varios textos en donde se recrean los motivos de lo clásico, además de algunos microcuentos en donde se parodia algunos de los acontecimientos de los poemas homéricos. El objeto de nuestro estudio será Luis Carlos Mussó, poeta guayaquileño, que destaca por su amplio conocimiento acerca de la cultura de la Hélade. Su poemario Evohé es una secuencia de cincuenta piezas poéticas, todas ellas tienen como sustento a la cultura griega.
El título Evohé se refiere a una interjección, que era el grito de las ménades para aclamar o invocar al dios Dionisos, por lo tanto, el poemario desde su inicio es un canto para invocar al dios ctónico. Es importante analizar cómo afecta a la lectura de los poemas el hecho de que todos estén cruzados por la línea de referencias clásicas. El conjunto del poemario crea un ambiente, un espacio en donde se desarrollan las acciones, toda evocación, toda imagen que suscite cualquier poema será en ese espacio común del mundo antiguo, al igual que el poeta egipcio Constantino Cavafis, en su poética creó un entorno histórico para su poesía, el entorno de las cultural mediterráneas antiguas, y aunque algunos de sus poemas no hiciera una referencia particular a éstas, ya la cabeza del lector estaba enfocada en ese espacio ficcional de la poética. En Evohé el autor crea su propio espacio ficcional para la poesía, basado en los mitos, pero también en personajes históricos como Platón, Arquímides, entre otros.
El mito es la fuente de inspiración, y es el lugar desde donde parte el poeta. La voz lírica evoca a los personajes o acontecimientos míticos, para luego sumergirse dentro de éste y hacerlo suyo. Es decir, de un tema mítico Mussó logra versos muy íntimos, llenos de profundidad. En el poema Medusa se nota claramente esta sumersión y apropiación del mito:
Dulce Gorgona: me aguarda tu mirada, y en ella
un desierto. Vuelve mis ojos piedra/ arenisca/
granito/ convierte mi cuerpo en mi propio féretro.

Es evidente cómo partiendo del personaje de la Medusa, la voz poética hace suyo el mito para luego cavilar en él mismo. Este poema toma el motivo de que Gorgona convertía en piedra a todo lo que tocaba con la mirada, para así expresar la fuerza de la mirada, y cómo un roce con ésta puedo petrificarte y helarte hasta lo más profundo.
La gran mayoría de las piezas poéticas están escritas en prosa poética, sin lugar a dudas esto aporta un ritmo narrativo, y eso no puede ser otra cosa que la vinculación con el mito, ya que éste es eminentemente un testimonio con palabras, por lo tanto un relato.
Dentro de la teoría de transtextualidad de Genette los poemas de Evohé se los clasifica como hipertextualidad, ya que estos toman como fundamento otros textos, textos más antiguos, por supuesto. Los poemas hacen referencia tanto a los poemas homéricos, como también a los mitos compuestos por Hesíodo, y también hay una referencia clara a las tragedias. Analizaremos más adelante algunos de estos ejemplos de transtextualidad, pero ahora no podríamos olvidar que también hay referencias a otros tipos de textos como la escultura y la arquitectura de la Hélade. Siempre las referencias están enmarcadas en ese espacio común para la creación poética.
Los vínculos con homero son innegables. La cultura de Grecia antigua se fundamentaba sobre los poemas homéricos, por lo tanto, crear este espacio sin la referencia a Homero sería ante todo inadecuado. Luis Carlos Mussó establece una relación de respeto con los textos antiguos, que es un factor común a lo largo del poemario. Por ejemplo en Aeda Ciego:
Profeta en la Tiniebla. A su vez le debemos el
canto de los yelmos y los tálamos; de las pérdidas
y las ganancias. […]

En Evohé podemos encontrar imitación seria, así también como transposiciones, entre el hipotexto y el hipertexto. Como se nota la seriedad en una línea muy marcada en Mussó al momento de asumir el mito, ya que no encontramos ni parodias, ni pastiches, ni travestismos. Por ejemplo, Canto inédito de la Ilíada es una imitación seria, ya que sus líneas poéticas son un simulacro de un acontecimiento del poema compuesto por homero:
Sé que me eres Aquiles por tus pies ligeros. Por la
divina confección de tu arma poderosa. Por tu
nada sereno talón. […]
Sé que me eres Aquiles, y aunque hayan temblado
mis rodillas al verte las puertas de la Ciudad,
sobre este fiero pavimento expongo mi pecho
para la embestida.

La voz poética aquí representa a Héctor, el gran rival de Aquiles en la Ilíada, este discurso no lo pronuncia Héctor, pero sí tiene ese respeto por el héroe aqueo que sin duda le infunde respeto, pero Héctor también es un héroe. A este poema se lo podría valorar como una revalorización respecto a la Ilíada, ya que si bien mantiene ese sentimiento de respeto que se guardaban los héroes de la Ilíada, pone en boca de Héctor palabra muy bellas, de consideración y admiración ante quien iba a ser su asesino.
El libro de Mussó mantiene vivo el espíritu de los clásicos, en un tono serio, con un lenguaje claro, transparente, con metáforas precisas transmite los motivos de los clásicos al presente. Dentro de sus poemas podemos encontrar motivos como del descenso al hades en Infierno, el amor, el valor, la areté, pero también encontramos motivos que sin duda son característicos de la literatura contemporánea, como el motivo de la escritura. En Poiesis se hace un tratado sobre el problema de la palabra, y sobre todo sobre el problema del escritor frente a la palabra, siempre tomando contexto la cultura clásica, y sobre todo el significado que para estos tenía la palabra.
Otro motivo importante es el amor. En el poema amores monstruos el autor se vale de los ejemplos de los amores presentes en los mitos, para transmitir la pasión desenfrenada con la que amaban “nuestros mayores”:
Terrible ha sido el amor que abrigaron nuestros
mayores. Feroz amante fue Clitemestra, al
hundir dos veces la daga en el cuello de su
hombre (dicen que limpió de sangre su arma en la
cabellera de la víctima […]

Se revaloriza el mito de la dinastía de los átridas, contado por Esquilo, se resalta el crimen de Clitemestra, y se sugiere que ella estaba presa del amor.
El libro de Mussó es un eco de la cultura Helena en la actualidad. La fuerza de su poética se concentra en esa capacidad muy sensible para asimilar los grandes valores de esta cultura y revalorizarlos en la actualidad. Evohé es un mar de referencias clásicas que sin duda incitan al aprendizaje. En nuestros días en donde el ser humano se ha alejado tanto de sus valores primordiales, es vital volver a lo esencial y lo único esencial es lo clásico ya que en estos se presenta el ser humano desnudo, en estado puro, desprovisto de toda vestidura banal.
Para mí la lectura de Evohé significó la admiración por Mussó al saber ser un pertinente transcriptor de lo clásico, además destaca su sensibilidad hacia lo humano y la verdadera trascendencia del hombre. Es importante que la literatura ecuatoriana cultive lo clásico ya que sólo así podremos llegar a ser un pueblo constituido sobre los fuertes pilares de una formación sólida y justa.
Bibliografía
• Mussó, Luis Carlos, Evohé, Guayaquil, C.C.E, 2008.

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